Cuentan los ancianos que hace muchas primaveras, en un paraje de Traslasierra, se alzaba un sembradío. Esta amplia extensión de tierras albergaba no cualquier cultivo, sino una maravilla creada por un ser todopoderoso, quien convirtió las nubes en millares de flores para representar el cielo sobre la tierra. El hombre llamó a este milagro “algodón”. Le brindó la mayor de las atenciones, lo cuidó, sembró y utilizó sólo para sus tareas más delicadas. El tiempo pasó, el viento sopló, las primaveras siguieron a los otoños y El Algodonal de Traslasierra se convirtió en leyenda, pero como las grandes obras nunca desaparecen, nosotros seguimos la tradición de atender cuidadosamente con nuestras manos El Algodonal. Ya no son los pétalos los destinatarios de la dedicada atención sino ustedes, los huéspedes de nuestras cabañas.